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ASESORAMIENTO SOBRE EL MIEDO AL ABANDONO

asesoramiento abandono st louis¿Le suena?  

Ellis y su madre estaban muy unidos desde la infancia y siempre había considerado que su relación era sana, a pesar de que cuando su padre se ponía abusivo, ella no aparecía por ninguna parte o era incapaz de impedirlo. Aunque Ellis se sentía casi curado de aquel abuso traumático y se había reconciliado con su padre, no entendía por qué su vida sentimental seguía siendo un desastre. Con cada nueva relación, las cosas empezaban como un cohete, pero acababan derrumbándose a su alrededor. Conocía a alguien, se enamoraba y pasaba todo el tiempo a su lado o deseando estar a su lado. Cuando había el más mínimo indicio de que las cosas no iban bien, aumentaba sus "niveles de rendimiento en la relación", enviando flores y tarjetas, y haciendo grandes insinuaciones para intentar demostrar que podía ser la pareja perfecta. Pero el resultado parecía ser siempre el mismo: sus parejas acababan sintiéndose asfixiadas y rompían la relación, lo que le hacía sentirse abandonado y desesperanzado.

Amelia nació en una zona rural de Illinois, donde vivía con su familia en la más absoluta pobreza, con lo justo para salir adelante cada mes gracias a la ayuda del gobierno. A la tierna edad de tres años, su padre la abandonó a ella y a su madre, obligándolas a vivir con su abuela materna, que se encontraba en una situación económica desesperada. Para escapar de la pobreza, a los ocho años su madre se trasladó a una gran ciudad a varias horas de distancia, dejando a Amelia con su abuela. Con el tiempo, la situación se estabilizó para su madre, que acabó mandando a buscar a Amelia varios años después, pero para entonces la niña ya estaba muy unida a su abuela. Era el tercer abandono que sufría a los doce años. Con cada uno de ellos, había sentido una soledad y una depresión abyectas. Ahora, a la edad de veinte años, había terminado dos años en el colegio comunitario local y se había trasladado a una gran universidad a unas horas de distancia, sólo para ser invadida por los mismos sentimientos de soledad y depresión que había experimentado cuando era niña.  

Aunque nunca le fue muy bien en la escuela, Cassidy sintió que por fin había encontrado su lugar en el mundo de las ventas en una empresa farmacéutica nacional, donde mes tras mes ganaba reconocimiento como una de las que más ganaba. Inconscientemente, le gustaba que este tipo de trabajo le permitiera desarrollar relaciones continuas, aunque más bien "superficiales", con los clientes. Después de que su marido la abandonara sin previo aviso por otra mujer hacía varios años, por fin se había recuperado y le gustaba el hecho de poder relacionarse con otros adultos sin tener que profundizar demasiado en su vida personal. Sin embargo, según su jefe, tenía frecuentes "problemas personales", ya que tendía al resentimiento con bastante facilidad y, en consecuencia, se enfadaba con sus compañeros. Era casi como si apartara a todo el mundo deliberadamente, negándose a que la conocieran por miedo a lo que pudieran descubrir. Para empeorar las cosas, su primer novio después del divorcio, con el que llevaba seis meses, rompió recientemente con ella, diciendo a amigos comunes que Cassidy tenía "problemas de intimidad". una familia feliz divirtiéndose al aire libre

Cómo se desarrolla el miedo al abandono

La mayoría de la gente está familiarizada con el modo en que la satisfacción de nuestras necesidades fisiológicas básicas cuando somos niños es crucial para nuestro bienestar: como mínimo, necesitamos un techo y alimentos estables y constantes si queremos estar físicamente sanos y desarrollarnos con normalidad. Sin embargo, muchas personas desconocen que la satisfacción de nuestras necesidades psicológicas y emocionales puede ser igualmente importante para nuestro bienestar general. Cuando estas necesidades no se satisfacen, o cuando se satisfacen de forma irregular, podemos sentirnos abandonados.

Por ejemplo, si los padres o cuidadores no son capaces de proporcionar un apoyo constante durante los años difíciles de la primera infancia o la adolescencia, si uno de los padres o cuidadores fallece, o cuando se producen abusos físicos o sexuales, los niños pueden sentirse perdidos y solos, y estos sentimientos pueden dejar una huella en ellos para toda la vida hasta el punto de que las relaciones adultas se vean afectadas negativamente. Los patrones de negligencia o abuso emocional pueden ser igual de poderosos y traumáticos que cualquier tipo de abuso físico o sexual. Cuando los padres o cuidadores están ausentes con frecuencia o, por el contrario, cuando están presentes con frecuencia pero ridiculizan y exigen demasiado, los niños se ven obligados a lidiar con la satisfacción de sus propias necesidades emocionales, pero tienen muy pocas herramientas para hacerlo. Otra situación que puede producir sentimientos de abandono es cuando un padre o cuidador "esposa" a un niño, invirtiendo los papeles típicos de padre e hijo y encargando al niño el apoyo emocional constante de un adulto, una situación que puede resultar abrumadora para cualquier niño.

Incluso como adultos...

Por último, los adultos pueden luchar con sentimientos de abandono incluso cuando no los hayan experimentado de niños. Por ejemplo, si un adulto pierde a su pareja por muerte, servicio militar u otras obligaciones profesionales, divorcio, etc., la dificultad para hacer frente a estas situaciones puede provocar miedo al abandono. Esto es especialmente cierto si las situaciones se vivieron de forma muy intensa, inesperada o repetida. En resumen, tanto si un acto de abandono se produce en la infancia como en la edad adulta, el efecto puede ser duradero y tiende a afectar negativamente a casi todas las relaciones posteriores en múltiples ámbitos, incluidos los íntimos, sociales o profesionales.

Asesoramiento para problemas de abandono en St. Louis es sólo una llamada telefónica de distancia. ¡Póngase en contacto con nosotros ahora en 314-669-6242, o correo electrónico contact@changeincorporated.org!

Las fases de cualquier relación

Aunque las relaciones son profundamente complejas y únicas para los individuos que participan en ellas en algún nivel, su desarrollo tiende a adoptar algunos matices familiares. Por regla general, éstas son las etapas básicas que se dan en mayor o menor medida en las relaciones íntimas, sociales y profesionales:

1. Sólo estoy empezando a conocerte... ¿o no? Suele decirse que cuando alguien nos conoce por primera vez, ya sea en una primera cita o en una entrevista de trabajo, está conociendo a nuestro "agente" y no a nosotros. De hecho, en los primeros encuentros es probable que nos vistamos, hablemos o actuemos de forma diferente a lo normal. Aunque a veces esto puede equivaler simplemente a "dar lo mejor de nosotros mismos", las personas que temen el abandono pueden llevar esto demasiado lejos, presentando una imagen totalmente distinta de lo que suele ser habitual. Por otro lado, algunas personas que buscan asesoramiento para el abandono en St. Louis exponen todas sus cualidades negativas y su equipaje desde el principio, con la esperanza de que si los demás van a rechazarnos, lo hagan ahora, al principio. De cualquier manera, ninguna de estas presentaciones es totalmente consistente con una imagen precisa, porque es probable que seamos diferentes en el día a día de lo que nuestras cualidades más positivas o más negativas podrían explicar. problemas de abandono asesoramiento st louis

2. La fase de luna de miel: Si de algún modo superamos el encuentro inicial, es probable que se deba a que tanto nosotros como las personas con las que interactuamos hemos estado dispuestos a pasar por alto algunas señales de advertencia. "Después de todo, todo el mundo tiene defectos", razonamos, y optamos por comprometernos emocionalmente en una relación con la otra parte, omitiendo deliberadamente las pruebas que podrían llevarnos a la conclusión de que no es tan buena idea. Este periodo de tiempo suele experimentarse como dichoso, alegre y feliz. Sobre esta base, empezamos a tener sentimientos de seguridad y protección.

3. La realidad se impone: Por muy bien que nos llevemos con nuestra pareja, amigo o jefe, la luna de miel tiene que terminar en algún momento. Todos tenemos que ocuparnos de la vida real: el estrés del trabajo, la enfermedad, los problemas familiares o de amistad, las preocupaciones económicas, las obligaciones... Todo esto empieza a pasar factura y los "agentes" que conocimos en la fase 1 aparecen cada vez menos. En realidad, ésta es una etapa muy sana, positiva y normal de una relación, porque empieza a dar a todas las partes de la relación una idea de cómo puede ser la vida cotidiana. Sin embargo, para quienes temen el abandono, esta etapa es horrorosa, porque es precisamente lo que esperaban evitar al exponer sus mejores o peores cualidades al principio. Como la mayoría de nosotros nos damos cuenta de que esta fase es inevitable, puede que nos quedemos para atravesarla, pero si tememos el abandono, es probable que se produzca una batalla mental constante en la que nos esforcemos mucho por contener nuestros miedos.

4. Lesión. Todos somos humanos. Tenemos defectos e imperfecciones, e incluso cuando no se proyectan deliberadamente en otra persona, nos fallamos unos a otros porque no es posible que tengamos a los demás en primer plano en todo momento. Los desaires ocurren, desde cosas tan simples como llamadas telefónicas o mensajes de texto sin contestar, hasta problemas más serios como citas canceladas, necesidad de tiempo a solas, promesas rotas o palabras descuidadas.

Cómo afecta a las relaciones el miedo al abandono

Una vez que se produce el daño, suele desencadenar intensos sentimientos de abandono en quienes lo temen profundamente, aunque a los demás les parezca relativamente benigno. Pueden llegar a convencerse de que el desaire es un indicador de que su pareja ya no le quiere, un amigo ya no le considera valioso o un empresario se dispone a despedirle. Cuando se desencadenan los sentimientos de abandono, se da una de estas tres posibilidades (o alguna combinación de ellas), dependiendo del estilo de afrontamiento de la persona que lo sufre.  

  • Pegajosas y exigentes: Algunas personas que temen el abandono manejan las lesiones volviéndose pegajosas y exigentes, insistiendo en que la otra parte les dé constantes seguridades o pruebas de su amor o compromiso continuos, normalmente hasta un punto que ningún tercero objetivo consideraría razonable, como frecuentes comprobaciones a lo largo del día mediante mensajes de texto, contactos en redes sociales o correos electrónicos que dicen: "Te quiero" o "Estás haciendo un buen trabajo".  
  • Puedo hacerlo mejor: Otras personas que temen el abandono pueden convertirse en felpudos virtuales, diciéndose a sí mismas que el daño que han sufrido se debe a que no estaban rindiendo a la altura o a que algo va mal en ellas mismas. Proyectan su miedo al abandono hacia el interior e intentan transformarse en la pareja, el amigo o el empleado perfecto para asegurarse de que la otra parte no rompa los lazos.
  • Cortar y huir: Otros simplemente se sienten tan abrumados por el miedo que se marchan rápidamente, dejando por el camino una serie de relaciones rotas o un currículum lleno de saltos laborales.  

Abandono Counseling St. LouisAlgunos consejos saludables para poner en práctica ahora

  • Uno: Tú eres responsable de tus propios sentimientos. El comportamiento y la actitud de tu pareja seguro que te afectan, pero en última instancia, tú eres el responsable de tu forma de pensar, sentir y relacionarte. Sé dueño de ti mismo.
  • Dos: Reconoce cuándo estás siendo desencadenado. Para la mayoría de las personas que temen el abandono, las lesiones, desde las más pequeñas a las más grandes, pueden desencadenar sentimientos intensos. Haz una lista de tus desencadenantes para que puedas saber: "¡Si ocurre X, es probable que esté desencadenado y no esté sintiendo/pensando con claridad!".
  • Tres: Puesto que puede que no haya tiempo para exponer todos los desencadenantes que tienes, otra forma de saber cuándo te has desviado del camino es familiarizarte con el propio sentimiento de abandono. En otras palabras, la mayoría de las personas que temen el abandono hacen todo lo que pueden para evitar los sentimientos. Practicando la atención plena, puedes aprender a sentirte a gusto con tus sentimientos de abandono sin tener que actuar en consecuencia. Esto es de vital importancia porque, al fin y al cabo, tus sentimientos apuntan a necesidades muy reales que una vez quedaron insatisfechas. Honra esa parte herida de ti permitiéndote sentirla plenamente. No te tragará.
  • Cuatro: Hable de ello... ¡con su pareja! Considéralo tu problema. Expresa cómo se originó y cómo se manifiesta históricamente (es decir, cómo has llegado hasta ahí), en lugar de aislarlo como algo que hizo tu pareja.
  • Cinco: Háblalo...con otra persona¡! La mayoría de las parejas se sienten abrumadas ante nuestro miedo al abandono, y seamos sinceros: ¡nosotros también nos sentimos abrumados! Los amigos son estupendos, pero a menudo son poco objetivos y están atrapados en sus propias cosas y en su relación contigo. Hablar con un profesional externo, tercero y objetivo ayuda mucho.

¿Necesita ayuda con todo esto? Nosotros podemos ayudarle.

Nuestros terapeutas no son sólo consejeros expertos, ¡son agentes de cambio! Pueden ayudarte a superar tus miedos al abandono y a retomar el camino hacia unas relaciones sanas y vibrantes.

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