El dolor y el sufrimiento existen en el mundo hasta el punto de que la mayoría de nosotros nos hemos incorporado a las profesiones de ayuda porque nos sentimos obligados a actuar, especialmente a la luz de nuestras propias heridas. Sin embargo, rara vez nos detenemos a preguntarnos en un sentido más global: "¿Cuál es una respuesta adecuada al dolor y al sufrimiento, tanto al nuestro como al de nuestros clientes/del mundo?". Sin hacernos esta pregunta, tenderemos a resolver/arreglar a las personas, y/o a resolver/arreglar sus crisis más inmediatas sin ayudarles a deconstruir e interrumpir los patrones más amplios, atándoles irónicamente al problema en lo sucesivo. Esto es erróneo principalmente porque "No deberíamos intentar deshacernos de nuestro propio dolor hasta que hayamos aprendido lo que tiene que enseñarnos. Cuando podemos sostener nuestro dolor de forma consciente y confiada (y no proyectarlo en otra parte), nos encontramos en un espacio liminal muy especial. Aquí estamos abiertos al aprendizaje y a abrirnos paso hacia un nivel mucho más profundo de... conciencia" (Rohr, 2016, 199). Como tal, en Change, Inc. el propósito del asesoramiento no es simplemente resolver el dolor y el sufrimiento, sino ayudarnos a nosotros mismos y a nuestros clientes a desarrollar una tolerancia hacia su inevitabilidad, en última instancia con el objetivo de aprender de él y transformarlo en la esencia de nuestra experiencia vivida y nuestro ser.

Los consejeros suelen convertirse en consejeros como consecuencia de sus propias heridas. Muy a menudo, estas heridas "implican luchas persistentes con la pérdida temprana o necesidades narcisistas insatisfechas de reconocimiento y aprobación (Barnett, 2007; Kuchuck, 2014)" (Kottler, 2017). Si bien podemos convertirnos en individuos sanados, iluminados, integrados y altamente funcionales, esto no está garantizado de ninguna manera, y muchos consejeros siguen siendo activamente disfuncionales, deteriorados y, a veces, patológicos en parte o en su totalidad. Como tal, en Change, Inc., la autoevaluación, así como el crecimiento personal y profesional es continuo, enfatizado en las formas en que nos involucramos en oportunidades de educación continua y experiencias de grupo.

"La persona del orientador es el principal instrumento de diagnóstico y tratamiento. Es a través de la claridad y la estabilidad de nuestro propio funcionamiento personal que trabajamos para establecer y mantener conexiones significativas con nuestros clientes, libres de prejuicios, distorsiones y autoindulgencia" (Neace & Kottler, 2017). Como tal, en Change, Inc., el énfasis principal en torno a la aptitud clínica en la supervisión y el entorno general está en el bienestar psicológico y el crecimiento de la persona del consejero (en oposición a exclusivamente el "profesional" per se).

Los programas de formación de orientadores tienen como objetivo proporcionar a los orientadores en formación los principios de las habilidades clínicas, profesionales y personales necesarias para una carrera exitosa como orientadores. Sin embargo, los estándares educativos actuales dentro de los programas generalmente no requieren que los estudiantes completen cursos en los aspectos relacionados con los negocios de la orientación profesional (CACREP, 2016). Irónicamente, actualmente hay más profesionales en la práctica privada que en cualquier otro sector de nuestra fuerza laboral (ACA, 2014). No es de extrañar que muchas prácticas de asesoramiento se encuentren entre las más de la mitad de las pequeñas empresas estadounidenses que fracasan en 4 años o menos (Knaup & Piazza, 2007). Para evitar este escollo, es esencial que las prácticas "deben equilibrar otras consideraciones con las preocupaciones prácticas de la gestión fiscal" (Baker, Smith, & Sharpe, 2016, p.136). Por ello, en Change, Inc. nos esforzamos por incorporar métodos empresariales minuciosos, razonables y exitosos que se ajusten a los estándares de excelencia generalmente aceptados que uno esperaría encontrar en cualquier otra empresa de éxito de cualquier otra disciplina.