ASESORAMIENTO MINDFULNESS

Cómo solemos afrontar las emociones o pensamientos no deseados

Sabemos que todo el mundo experimenta emociones o pensamientos negativos o no deseados de vez en cuando. A veces nuestras emociones no deseadas son situacionales: perdemos a un ser querido, alguien nos hace daño, tenemos demasiado trabajo, etc. Otras veces, las emociones o pensamientos no deseados no parecen surgir de ningún lugar en particular: estemos donde estemos, nos encontramos preocupados, nerviosos, tristes o perdidos, y nos hacen pensar en cosas que realmente preferiríamos no pensar. 

Normalmente, intentamos "luchar contra ellos". Incluso puede que amigos y seres queridos bienintencionados intenten ayudarnos diciéndonos cosas como: "Podría ser peor" o "No dejes que la vida te deprima". Irónicamente, a veces toda esa lucha que hacemos no hace más que empeorar las cosas.  

Por ejemplo, si estamos ansiosos y nos decimos una y otra vez: "Deja de estar ansioso" o "¡No puedo estar ansioso! No puedo dejar que esto me desanime", el problema se agrava porque, por supuesto, estamos ansiosos. Mientras que al principio sólo estábamos ansiosos por el suceso inicial, ahora estamos ansiosos por nuestra ansiedad. ¡Eso no es divertido!

Antes de que nos demos cuenta, estamos 10 minutos, 10 horas, 10 días, 10 meses o 10 años en el futuro pronosticando nuestra propia perdición. O nos lamentamos de todo el tiempo que hemos perdido preocupándonos, ¡así que estamos en el pasado! Y nos sentimos peor que nunca. Luchar contra ello no siempre funciona.

Algunos nos hemos dado cuenta de que luchar contra ello a menudo no funciona. Los pensamientos o emociones que llevamos dentro son demasiado poderosos. Así que accedemos y nos enfrentamos a los pensamientos. Los peinamos, los analizamos, los exponemos a la luz para ver si podemos obtener una imagen más clara. La línea de pensamiento predominante para este enfoque es: "Si pienso en esto el tiempo suficiente, lo entenderé mejor y mis pensamientos o emociones no deseados se disiparán de forma natural".

Aunque puede haber algunas perturbaciones menores para las que esto sea cierto, la mayoría de los que hemos llegado a este punto descubrimos que este enfoque empeora mucho, mucho las cosas. Es lógico que si nuestras emociones y pensamientos no deseados nos incomodaban cuando intentábamos luchar contra ellos, nos incomoden aún más si decidimos centrarnos deliberadamente en ellos. De hecho, la mayoría de nosotros nos damos cuenta de que empezamos a consumirnos por ellos y, en cuanto nos damos cuenta de la frecuencia con la que pasamos el tiempo pensando en ellos, volvemos a luchar contra ellos. El ciclo vuelve a empezar.

Así que, en lugar de luchar contra ellos, y en lugar de enfrentarse a ellos, ¿hay otra manera?

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