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Ya sea que celebremos el Adviento, Hanukah, Kwanzaa, la llegada de San Nicolás o la reunión familiar a la vieja usanza, es natural que esperemos esta época del año con esperanza y entusiasmo en nuestros corazones.

Pero a veces todas esas esperanzas y ansias pueden empezar a parecerse mucho a expectativas. Ya sabes, las que inevitablemente conducen a la decepción, la frustración o la tristeza. Parecen especialmente potentes durante las vacaciones.

Puede que esperes que venga tu hermana de fuera, pero al final tiene un compromiso laboral. Esperas que tus suegros no saquen a relucir la última pelea que tuvisteis, pero lo cierto es que están encantados de hablar de ello delante de todo el mundo. Esperas que todos los niños vayan a la iglesia o a la sinagoga, pero en el último momento no quieren ir. Esperas que todos participen en la reunión familiar, pero los ves mirando sus teléfonos inteligentes todo el tiempo.

¿Te suena? No tienen por qué.

Aquí tienes 3 consejos que te ayudarán a pasar más tiempo con ponche de huevo que con expectativas para las fiestas de 2015.

1. Espera cosas de ti mismo, no de los demás.

Las expectativas no son malas. Lo que ocurre es que no puedes controlar a los demás. Así que, cada vez que te encuentres trabajando en un evento particular o en un encuentro relacional durante estas fiestas, controla que tus expectativas son sobre lo que harás y cómo responderás, y no al revés. Elige alejarte deliberadamente de lo que esperas de los demás y acercarte a lo que esperas de ti mismo, sea cual sea el resultado.

2. Guarda algo para ti.

Cuando la gente nos decepciona durante las fiestas, a menudo agravamos la situación respondiendo mal. Esto suele ocurrir porque nuestros tanques emocionales están vacíos. ¿Por qué no habrían de estarlo? A menudo estamos tan ocupados haciendo cosas por los demás que nos olvidamos de dedicarnos un poco de cariño a nosotros mismos. Los padres son famosos por ello.

Estas fiestas, intenta hacer deliberadamente al menos dos cosas sólo para ti que no dependan de nada más que de aparecer. Salidas deportivas, noches de cita, días de spa, noches con amigos, etc. De este modo, aunque tengas que sortear algunos obstáculos inesperados en las fiestas, dispondrás de una reserva emocional a la que recurrir para responder como deseas.

3. Controla lo que te dices a ti mismo.

"Quiero que la Navidad transcurra igual que el año pasado, pero mis hijos se empeñan en cambiar el orden de los acontecimientos. No me valoran".

Es increíblemente contraproducente repetir en nuestra mente pensamientos negativos o irracionales. En otras palabras, a menudo nos sentimos mal porque pensamos mal. Pero lo contrario también es cierto. Estas fiestas, si quieres sentirte mejor, piensa mejor.

Una forma más productiva de pensar en esta situación es: "Quiero que las Navidades sean como el año pasado, pero mis hijos no pueden saber del todo por qué eso es importante para mí; me cuesta explicármelo a mí mismo. Aunque lo supieran, no es que no me valoren, sino que tenemos prioridades distintas. "

***

¡Ya está!

Al principio, estas sugerencias le parecerán extrañas y torpes. Cuando estamos acostumbrados a hacer las cosas de una determinada manera, aunque no sea muy útil, hacer un cambio puede parecernos como si estuviéramos en el pie equivocado. Incluso podemos pensar que nos estamos engañando a nosotros mismos.

Pero, ¿por qué no te comprometes a probarlas hasta finales de 2015? Si no funcionan, siempre puedes volver a las andadas el año que viene. Y puede que celebres las mejores fiestas que hayas tenido en mucho tiempo.
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